No siempre resulta sencillo
averiguar el origen de una receta culinaria, en especial cuando se trata de
preparaciones muy antiguas; tal es el caso de esas obleas o tortillas a base de
harina de trigo, leche y huevos que los franceses conocen como crepes y los
gallegos como filloas.
Sí que se sabe que el Camino de
Santiago, antes y después de su cristianización, fue cauce de intercambios
culturales entre los pueblos europeos que incluían, naturalmente, los
gastronómicos; recetas y recetas viajaron hacia el Oeste o regresaron al Este
más o menos modificadas.